No creo en la suerte... creo en el trabajo, creo en el esfuerzo, creo en la perseverancia y creo en la disciplina.
Hay mucha gente - quizá la mayoría - que piensa que todo sucede por azar. Creen que si alguien tiene un buen trabajo, una buena pareja, una buena casa y un buen coche, es así porque ha tenido mucha suerte en la vida. Esa misma gente opina que si alguien (casi siempre ellos mismos) no tiene trabajo, no tiene pareja ni amigos y está "pelado" de dinero, el motivo es la mala suerte.
Yo mismo pensaba de esta manera cuando era niño (y no tan niño). La frase que más repetía mi madre era "Como no quiere tocar..." refiriéndose a la lotería. "Como no quiere tocar... no puedo arreglar la casa o no puedo comprar una mejor", "como no quiere tocar... no puedo comprar un coche", "como no quiere tocar... no puedo comprar un apartamento en la playa" y así con cualquier cosa.
De pequeño creía que si alguna vez tenía una novia guapa y un buen trabajo, sería fruto de algún cruce de destinos, alguna circunstancia fortuita como sucede en las películas, pero claro, eso seguramente no pasaría porque lo normal es ser desdichado, solo los que tienen mucha suerte alcanzan el éxito... o eso pensaba yo.
Afortunadamente fui cambiando hasta situarme en el extremo opuesto y, sinceramente, las cosas se ven mucho mejor desde aquí. La experiencia me ha enseñado que "quien quiere, puede". Ni que decir tiene que no compro lotería. Si quiero algo, lucho por conseguirlo.
Amo mi trabajo, soy profesor. No fue fácil conseguir el puesto ya que tuve que prepararme a conciencia las oposiciones y competir con muchos otros aspirantes en tres exámenes eliminatorios. Pasados más de 16 años de aquello todavía hay quien me dice "¿Aprobaste unas oposiciones? ¡Qué suerte tienes!"
Una de las cosas que más me gustan es aprender idiomas. Cuando empecé a estudiar ruso en la Escuela Oficial de Idiomas de Málaga me resultó extremadamente difícil - a pesar de que no me perdía ni una clase y estudiaba en casa - hasta el punto que "tripití" el primer curso; has leído bien, repetí dos veces el primer curso de ruso. Podía haberlo dejado y al mismo tiempo maldecir la mala suerte de que me hubiera tocado un profesor muy estricto. Empeñado en aprender ruso, seguí estudiando e incluso fui un verano a la Universidad Estatal de San Petersburgo para mejorar el idioma. Al final, conseguí terminar en su totalidad los estudios de ruso en la EOI como me había propuesto.
El mejor equipo de fútbol puede perder un partido por un despiste con el peor equipo, pero la liga siempre la ganará el mejor, siempre.
Si todavía estás en el grupo de los que creen en la suerte, te invito a que te pases al otro bando.